1. Pasividad. No hay nada peor que una mujer esperando a que lo hagan todo por ella. Muévete incluso si la postura sexual no es muy propicia para esto. ¡Participa en el proceso, aunque el hombre haya tomado la iniciativa!

2. Egoísmo. La revolución sexual y la emancipación se dan a conocer: ¡las mujeres más y más a menudo se ponen egoístas en la cama! En pos del orgasmo y en busca del punto G no te olvides de tu pareja y de sus zonas erógenas, ya que a pesar del estereotipo, a los hombres también les gustan los preliminares.

3. Falta de emociones. Algunas mujeres  desorientan a los hombres, cuando no manifiestan ninguna emoción durante el sexo. Enséñale que te encanta lo que él está haciendo o dale a entender que algo lo hace mal, pero ¡nunca estés callada!

4. Miedo a experimentar. No hay nada peor para un hombre que estar en la cama con una santurrona. Si tu educación puritana o el sentido de repugnancia no te dejan relajarte y decidirte a los experimentos que tu hombre te ofrece, inventa una alternativa. Puede ser que no estés preparada para el sexo anal, pero siempre puedes probarte el traje de una enfermera. Ten por seguro, el hombre estará muy contento de una transformación así.

5. Imitación del orgasmo. A nadie le gusta que le mientan, además muchos hombres saben distinguir entre el orgasmo real y el fingido. Si tienes miedo a herir los sentimientos de tu pareja, explícale con delicadeza que recibes mucho placer durante el mismo proceso del sexo, pero todavía no has logrado alcanzar el orgasmo.